Gracias a su ubicación excepcional, la estancia se convierte en pura energía por los estímulos que recibe de la naturaleza, y por sus terrazas con vistas a la selva y a la Bahía de Portobelo. Sus 65 m2 quedan realzados por una colección de máscaras africanas realizadas con residuos plásticos en la más genuina representación del arte povera.